viernes, 2 de enero de 2015

La zorra y la cigüeña Dora.

La historia que ahora os voy a contar ha de serviros para saber que algunas veces los burlones resultan burlados, así que tener mucho cuidado con las bromas. Veréis, una zorra invitó a Dora a cenar, preparo una sopa y la sirvió en una gran bandeja plana, parecía deliciosa, olía muy bien. Vamos a empezar, dijo la zorra y comenzó a lamer, esta sopa está muy buena, dijo relamiéndose y luego pregunto, ¿que piensas de ella amiga mía? Encuentro imposible decir lo que pienso de ella, dijo Dora picoteando en vano la bandeja con su largo pico, un pico que le impedía probar la sopa, no puedo hacer llegar absolutamente nada de sopa a mi boca. Era lo que la vieja astuta zorra había pensado que pasaría. Se estaba burlando de Dora, lo encontró muy divertido y terminó ella misma la sopa con una astuta sonrisa en su cara. Pero no creáis que acaba aquí la historia,no. Unos pocos días después invitó Dora a la zorra a cenar, ella también preparó sopa, a la zorra se le hizo la boca agua cuando la vio cocinando, aquello tenía un aspecto delicioso. Dora sirvió su sopa en una jarra que era ancha en su base y estrecha en la boca, en definitiva, a la zorra no le cabía la cabeza. Vamos a empezar, dijo Dora sumergiendo su pico en la jarra y dando un gran sorbo, esta es una sopa muy buena aunque sea yo misma quien lo diga y no esté bien, ¿qué piensas tú de ella amiga zorra?, cómo puedo decir a qué sabe tu sopa si no puedo meter la cabeza en la jarra para lamer la, refunfuñó la zorra. Dora no dijo nada más pero acabó la sopa mientras la zorra miraba. Los papeles se habían cambiado pero por alguna razón la astuta zorra no encontró la broma graciosa.

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Castillo de Canena

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