Y dicen de la libertad de expresión.
La mayor libertad de expresión es
el silencio. No molestas a nadie, nadie te juzga mal, no comprometes a quienes
te quieren. Si quieres expresarte busca un desierto y habla en voz alta como
los locos, así serás perfecto para esta sociedad. Caso contrario tendrás
presiones, críticas, malos juicios, todo aquello que juega en contra de tus
intereses. Justo eso hemos construido,
te damos la libertad de expresión para que puedas callar a gusto. Así no
molestas, calladito. Eso sí, si alguien te pone a parir, cállate, que encima
recibes correctivos. Si alguien te engaña no te defiendas porque pasarás un vía
crucis yendo de juzgado en juzgado hasta que pase tanto tiempo que ni siquiera
recuerdes porqué estas ahí. Y no opines, nadie le interesa tu opinión, que
necesariamente, palabra a palabra, es y será
utilizada en tu contra.
La persona perfecta para esta
sociedad es la que pasa desapercibida, la que no tiene una historia que contar,
la que admite que todo está tan dentro de la norma que no puede encontrar ni de
lejos, atisbos de originalidad. Esta persona hará deporte, pero de usuario,
nada de competir, puede sobrevenir una lesión o puede que sea demasiado bueno y
empiece a ser blanco de envidias, o de alegrías cuando caiga. Leerá pero no
mucho, vaya a ser que lo tilden de culto o empollón. Trabajará pero no se le
ocurra mejorar su entorno de trabajo porque obliga a la sociedad a mejorar y,
al ser incómodo, será criticado, apartado. Se casará o mejor no, vaya a ser que
en el futuro se divorcie y ya no sabemos si el divorcio es normal o no. Mejor
solterito. Además, que no se le vea feliz, porque podría ser objeto de envidias
y caer en desgracia. Saludar pero discretamente. No será ni alto, ni bajo, ni
gordo, ni flaco, ni calvo, ni melenudo, ni con gafas, ni atlético, ni fuerte de
gimnasio, ni achaparrado, ni demasiado blanco, ni moreno, ni negro, ni
amarillo, ni demasiado sano, ni enfermizo.
Y ahora quiero que hagas un
ejercicio de abstracción. Imagínate una persona leyendo un artículo en un
ordenador, mirando la pantalla, imagina
que estás detrás de esa persona. Imagina que te acercas y que cuando te mira
eres tú. Piensa que opinión te merece esa persona que te imaginas que eres tú. Abstráete
y define tus opiniones sobre esa persona que estás viendo. Y no solo ves lo que
es evidente, sino también lo que tienes de feo, de oculto, cuando el neandertal
que llevas dentro aparece y se adueña de la escena de tu vida. Y ahora piensa,
¿te ves como juez y reo? Pues ahora vuelve a mirar a tu alrededor y cada vez
que juzgues a alguien y te conviertas en sociedad, eliminando lo que se sale de
lo normal, viendo los defectos, la paja en ojo ajeno y piensa en cómo te
sentiste cuando a quien juzgabas era a ti.
Así se lo he contado, lean y argumenten
pero por encima de todo juzguen por sí mismos.