Una vieja leyenda cuenta que hubo un tiempo
en que todos los hombres eran dioses, pero que abusaron tanto que Buda, el dios
supremo, decidió quitarles el poder divino y esconderlo en un lugar inaccesible
donde nadie lo fuese a buscar.
Los dioses menores se presentaron ante Buda
transcurrido un tiempo y le dijeron que los hombres se habían vuelto locos,
estaban buscando la divinidad para convertirse de nuevo en dioses. Entonces les
preguntó qué es lo que habían decidido hacer para evitar que los hombres encuentren
de nuevo el poder divino. La conclusión a la que habían llegado los dioses
menores era la de esconder el poder. Primero propusieron enterrarlo en un
agujero que fuese la fosa más profunda jamás cavada. Entonces Buda desechó la
idea porque los hombres buscarían la manera de cavar y cavar hasta encontrarla. Después propusieron
sepultar el poder en el océano más profundo. Entonces Buda dijo que no, porque
tarde o temprano el hombre explorará las profundidades de los océanos y un día
encontrará el poder divino y se volverían a convertir en dioses.
Cuando los dioses menores se habían dado por
vencidos porque no podían aportar más ideas Buda sonrió y dijo, esto es lo que
haremos con el poder de divinidad del hombre, lo esconderemos en lo más
profundo de sí mismo, ahí no lo buscará nunca.
Y dice la leyenda que desde la noche de los
tiempos el hombre ha dado la vuelta al mundo, ha explorado la tierra, ha
navegado, ha escalado y cavado, a la búsqueda de ALGO que se encuentra en él
mismo.